Los Protocolos de Los Sabios Ancianos de Sion - Protocolo 11



El programa de la nueva Constitución.- Algunos pormenores del golpe de Estado proyectado.- Los Gentiles, rebaño de borregos.- La Francmasonería secreta y sus logias de apariencia.
El Consejo de Estado tiene por objeto hacer destacar el poder del gobierno: bajo la apariencia de un cuerpo legislativo, será en realidad un comité de redacción de las leyes y de los decretos del gobierno.

He aquí el Programa de la nueva Constitución que preparamos: Crearemos la Ley, el derecho y el tribunal...
bajo la forma de proposiciones al Cuerpo Legislativo
por medio de decretos presidenciales, por actas del Senado y por resoluciones del Consejo de Estado, bajo la forma de órdenes ministeriales
en caso de que se juzgue oportuno, por medio del golpe de estado
Una vez que de manera aproximada dejamos establecido este modus vivendi, tratemos algo más detalladamente de las medidas que nos servirán para acabar la transformación del Estado en el sentido de que ya hemos hablado. Pretendo hablar de la libertad de la prensa, del derecho de asociación, de la libertad de conciencia, del principio electivo, y de otras muchas cosas que deberán desaparecer del repertorio humano, o al menos alterarse radicalmente, tan luego como la nueva Constitución se haya promulgado.

Entonces será cuando nos sea posible promulgar todas nuestras leyes al mismo tiempo.

Después, cualquier cambio sensible sería perjudicial por esta razón: si la modificación se opera en el sentido de la severidad y del rigor, puede causar la desesperación provocada por el temor de nuevos cambios en el mismo sentido; si, por el contrario, es en el sentido de mayores complacencias, se dirá que hemos reconocido nuestros errores, y esto debilitará el prestigio de la infalibilidad de nuestro gobierno, o bien se dirá que hemos tenido temor y nos vimos obligados a hacer concesiones, que nadie nos agradecerá ni a nadie obligarán con nosotros. Ambas cosas perjudican el prestigio de la nueva Constitución.

Queremos que desde el día de su promulgación, cuando los pueblos estén aún estupefactos por el golpe de estado que hemos de dar, cuando estén aún invadidos por el terror y perplejos, en ese preciso momento reconozcan que somos tan fuertes, tan invulnerables, tan poderosos, que no contaremos con ellos para nada; que no solamente no atenderemos sus opiniones y pareceres, sino que estamos dispuestos y a punto de reprimir toda expresión, toda manifestación de estos deseos y de estas opiniones, con una autoridad indiscutible; que de un solo golpe nos hemos adueñado de todo lo que nos era necesario y que en ningún caso estamos dispuestos a compartir nuestro poder con ellos...

Entonces cerrarán los ojos y dejarán venir los acontecimientos...

Los Gentiles son un rebaño de carneros y nosotros somos para ellos los lobos. Y ¿ya sabéis lo que sucede a los corderos cuando el lobo llega a penetrar en el redil? Cerrarán aún los ojos, sobre todo, por las promesas que les haremos de volverles todas las libertades que les hemos arrebatado, cuando los enemigos de la paz se hayan calmado y los partidos queden reducidos a la impotencia. ¡Por supuesto que los Gentiles podrán esperar sentados la vuelta del pasado!...

¿Para qué habíamos de inventar e inspirar a los Gentiles toda esta política sin darles los medios de conocerla a fondo, sino para poder emprender en secreto lo que nuestra raza dispersa no podía intentar directa y abiertamente?. Esto nos ha servido de base para nuestra organización de la Francmasonería secreta, que no es conocida y cuyos designios ni aun siquiera sospechan los imbéciles Gentiles, alistados por nosotros en el ejército visible de las logias para distraer las miradas de los hermanos.

Dios nos ha dado a nosotros, su pueblo elegido, la dispersión, y en esta debilidad de nuestra raza radica nuestra fuerza que hoy nos conduce al solio de un reino universal.

Poco es lo que nos falta edificar sobre estos cimientos.